En la convergencia entre la academia y la tecnología, la figura de una persona "todóloga" emerge como un arquetipo cada vez más relevante. ¿Pero qué significa ser un/a "todóloga/o" en la ciudad digital? ¿Cuáles son los retos y oportunidades que enfrenta este perfil multidisciplinario en la era virtual? ¿Es realmente útil o incluso posible ser un/a profesional "todóloga/o" en la Ciudad Digital, o estamos pidiendo demasiado?

Hace tiempo leía en un artículo en internet sobre el concepto de “personas, colaboradores o empleados en forma de T”, que son aquellas personas que son especialistas y generalistas al mismo tiempo; es decir, tienen conocimiento profundo de un área (esto sería la barra vertical de la T) y conocimientos y capacidad en muchas otras áreas (esto sería la barra horizontal de la T).

Esto es a lo que en este artículo denomino como persona polifacética o polifuncional. Y como mi área tiene que ver con la innovación educativa y educación virtual vayamos ejemplificando a ese perfil.

Querida persona lectora: analicemos cómo la convergencia de habilidades técnicas, pedagógicas y de gestión se vuelve esencial en el panorama educativo actual.

La polifuncionalidad en la era digital: ¿un superpoder o un reto imposible?

En la era digital, la figura del profesional polifacético ha cobrado una relevancia sin precedentes. La rápida evolución tecnológica, junto con la necesidad de adaptarse a entornos cambiantes, ha generado una demanda por individuos que puedan desempeñar múltiples roles y dominar diversas competencias. Pero, ¿es esto realmente una ventaja competitiva, o estamos imponiendo expectativas poco realistas sobre lo que un ser humano puede manejar eficazmente?

El superpoder de la polifuncionalidad

Ser polifuncional o T en el contexto digital puede parecer, a primera vista, un superpoder. Ejemplificando uno de estos perfiles polifacéticos en el ámbito educativo, las y los profesionales son capaces de combinar habilidades técnicas, como el manejo de entornos virtuales de aprendizaje, con competencias pedagógicas, creativas y de liderazgo. Esta capacidad para "hacer de todo" les permite adaptarse rápidamente a las necesidades del mercado, liderar proyectos interdisciplinarios y ofrecer soluciones integrales en tiempos de crisis.

Dichos perfiles pueden abordar problemas desde múltiples perspectivas, lo que enriquece la calidad de sus aportaciones y los convierte en recursos invaluables para sus organizaciones. Su capacidad para integrar conocimientos de diversas áreas les permite innovar y encontrar soluciones creativas que otros podrían pasar por alto. En un entorno donde la innovación y la flexibilidad son esenciales, estos individuos parecen tener una ventaja competitiva clara.

El reto imposible de la polifuncionalidad

Sin embargo, ser polifuncional también tiene sus desventajas. El riesgo de convertirse en "todóloga/o", alguien que sabe un poco de todo, pero no es experto en nada, es real. La profundidad en el conocimiento es fundamental para muchas tareas, especialmente en áreas como la tecnología educativa, donde los detalles técnicos pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto.

Además, la presión de cumplir con múltiples roles puede llevar al agotamiento profesional y a una disminución en la calidad del trabajo. La polifuncionalidad requiere no solo una amplia gama de habilidades, sino también una gran capacidad de gestión del tiempo y de priorización. En la búsqueda por abarcarlo todo, el equipo de profesionales puede terminar sobrecargado, sin poder dedicar suficiente tiempo a desarrollar competencias en áreas clave.

El balance necesario: especialización vs. polifuncionalidad

¿Estamos formando líderes que puedan hacer de todo, o estamos condenando a nuestros profesionales al agotamiento en la búsqueda de la polifuncionalidad?

El verdadero reto, entonces, es encontrar un equilibrio. La era digital no requiere únicamente de especialistas ni de polifuncionales, sino de profesionales capaces de integrar ambos enfoques. La clave está en identificar las áreas donde es vital tener un conocimiento profundo y en qué aspectos la versatilidad puede ser una ventaja.

Las instituciones educativas y las organizaciones deben reconocer esta dualidad y apoyar a sus profesionales en la búsqueda de este equilibrio. Esto implica ofrecer oportunidades para la especialización, al tiempo que se fomenta el desarrollo de habilidades transversales y la capacidad de adaptación.

En última instancia, el profesional que logre dominar esta dualidad será el que pueda liderar la innovación en nuestra #CiudadDigital y en la era de la tecnología, adaptándose a las demandas cambiantes sin perder de vista la excelencia en su área de expertise.

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Publicado originalmente en e-consulta.