Objetivos
El Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática es un proyecto orientado a la incidencia en el ámbito socio-político impulsado por la Universidad Iberoamericana Puebla y la Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana, ambas pertenecientes al Sistema Universitario Jesuita. Actualmente se encuentra adscrito al Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana Puebla.
General
Analizar avances y retrocesos democráticos en las formas de participación social para incidir en el fortalecimiento de la democracia en su diversidad de expresiones.
Específicos
Identificar los alcances de las prácticas institucionales de participación social.
Visibilizar prácticas alternativas de participación social en clave comunitaria que reinventan la vida democrática.
Incidir críticamente en los procesos democratizadores de México a través de la docencia, la investigación y la vinculación.
Integrantes
Roberto Ignacio Alonso Muñoz
Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas e Innovación Democrática y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática de la IBERO Puebla.
Máster en Ética para la Construcción Social por la Universidad de Deusto, maestro en Políticas Públicas y licenciado en Comunicación por la IBERO Puebla. Cuenta también con estudios en materia de Derecho Parlamentario (Universidad Nacional Autónoma de México), Derecho a la Información (Universidad Autónoma Metropolitana) y Gerencia Social Ignaciana (Pontificia Universidad Javeriana Bogotá).
Ha formado parte de órganos de gobierno y representación en el Sistema Universitario Jesuita y la IBERO Puebla, donde colabora desde 2008. Fue fundador del Capítulo Puebla de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI) y del Nodo de Transparencia, y participó en iniciativas de la sociedad civil como México Infórmate y la Red por la Rendición de Cuentas.
Entre sus temas de interés destacan la calidad democrática, la transparencia, la rendición de cuentas y los asuntos legislativos.
Gabriel Mendoza Zárate
Maestro y doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) en París. Licenciado en Filosofía y Ciencias Sociales por el ITESO y licenciado en Ciencias Teológicas por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Fue miembro fundador del Centro de Reflexión y Acción Laboral de Guadalajara (CEREAL) y del Centro de Investigación y Acción Social por la Paz (CIAS por la PAZ, A. C.), donde coordinó del área de investigación de 2015 a 2019.
Actualmente es académico de tiempo en el Departamento de Ciencias Sociales de la IBERO Puebla y miembro del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática en la misma Universidad.
Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, Nivel Candidato. Acompaña procesos sociales de autonomía y defensa del territorio en comunidades indígenas de Chiapas. Entre sus líneas de investigación se encuentran los trabajadores precarios, los movimientos sociales, la autonomía y las democracias emergentes en pueblos indígenas, y la sociabilidad y el tejido social en México.
Calidad democrática
La literatura especializada propone que una democracia de calidad es aquella que presenta “una estructura institucional estable que hace posible la libertad e igualdad de los ciudadanos mediante el funcionamiento legítimo y correcto de sus instituciones y mecanismos” . En función del debate actual en torno a la democracia, recogemos esta definición y la enriquecemos con otras fuentes, a saber, a) una democracia vista como ecosistema político, que garantiza los medios para resistir los diferentes tipos de tiranía; b) una democracia vista como una práctica postrepresentativa, de alta intensidad, en la que el sistema representativo (voto, partidos, elecciones, etc.) funciona como piso para espacios deliberativos, gobiernos y parlamentos abiertos, presupuestos participativos, mecanismos anticorrupción y vigilancia pública;
c) una democracia vista como empoderamiento de los ciudadanos y la sociedad, interviniendo en el debate público a través de mecanismos institucionales y no institucionales; d) y una democracia vista fundamentalmente desde su aspecto sustantivo, esto es, un adecuado acceso a la justicia, protección de los derechos humanos, bienestar social y seguridad humana, por mencionar algunos elementos.
Participación social
En sintonía con esta aproximación amplia alrededor de la calidad democrática, es posible observar procesos novedosos de participación y representación democrática que superan la dimensión procedimental de la democracia. Estos procesos suelen avanzar desde abajo y en los márgenes de la historia, poniendo al centro a sujetos colectivos y la defensa de bienes comunes, a diferencia de la especial atención que da la democracia liberal a los intereses y derechos de los individuos.
En este sentido, reconocemos en la participación social un elemento que favorece la reconstrucción del tejido social, representando una fractura en el mismo su ausencia. La participación social problematiza incluso la democracia y nos permite estudiar qué la inhibe y la estigmatiza, qué la incentiva, qué tipo de participación se impulsa desde la esfera gubernamental y a quiénes beneficia, qué formas de participación social se limitan o reprimen, y cuál es su impacto.