Inclusión digital: Un desafío que nos involucra
Autoría: Omar Gutiérrez Peral
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En el dinámico panorama de la era actual, en la que la tecnología se ha convertido en un tejido inseparable de nuestras vidas, la inclusión digital emerge como un imperativo para el desarrollo equitativo de nuestras sociedades. ¿Qué significa realmente abrazar este concepto? ¿Y por qué debería importarnos a todas y todos sin distinción?
En un escenario en el que cada vez es más frecuente la educación en línea, el acceso a trámites y servicios públicos por medios digitales, o el trabajo remoto mediado por tecnología, la desigualdad digital se convierte en una barrera para el progreso individual y colectivo, ocasionado que las personas con discapacidades, las comunidades rurales, los ancianos, o las personas con bajos ingresos, grupos de por sí en situación de desventaja, sean objeto de una nueva exclusión: la digital. La falta de acceso a internet y otros dispositivos, perpetúan así las desigualdades existentes y crean nuevas brechas.
Por eso, es importante procurar la popularización del acceso a la tecnología y garantizar que todas y todos, independientemente de la ubicación geográfica, nivel socioeconómico, edad o habilidades, tengan además del acceso, la capacidad de utilizarla de manera efectiva para mejorar sus vidas, consiguiendo con ello una participación plena y significativa en la sociedad digital. La inclusión digital, significa democratizar el acceso al conocimiento, empoderar a las personas para que tomen decisiones informadas y ejerzan sus derechos, y garantizar que nadie quede rezagado en el vertiginoso avance tecnológico.
Por lo anterior, la inclusión digital es una responsabilidad ética que nos interpela a todos y a todas. No podemos permitir que la tecnología, herramienta de progreso y desarrollo, se convierta en un factor de exclusión y desigualdad, hay que asumir nuestra responsabilidad como Ciudadanas y Ciudadanos Digitales. Desde diferentes enfoques y roles, podemos jugar un rol crucial en la construcción de un futuro digital donde la tecnología sea un motor de equidad y justicia social.
Como usuarios, podemos hacer el compromiso de ser conscientes de nuestro consumo digital y adoptar prácticas responsables en el uso de la tecnología, o bien apoyar iniciativas de inclusión digital, por ejemplo, donando dispositivos usados, participando en proyectos de alfabetización digital o difundiendo información sobre el tema.
Como ciudadanos podemos demandar políticas públicas y prácticas empresariales que promuevan la inclusión en el mundo digital. Se necesitan políticas públicas que promuevan la inversión en infraestructura, la accesibilidad y la asequibilidad de la tecnología, así como iniciativas de alfabetización digital y capacitación para todos los sectores de la población. Las empresas, por su parte, deben adoptar prácticas responsables y éticas en el desarrollo y uso de la tecnología, considerando las necesidades y capacidades de todos los usuarios. En México, con una jornada electoral nacional cercana, tenemos la oportunidad de preguntar a quienes aspiran a ser representantes gubernamentales ¿qué papel que ocupa la inclusión digital en su agenda?
A quienes fungimos como educadoras y educadores, nos corresponde integrar una educación digital encaminada a garantizar que las futuras generaciones estén preparadas para los desafíos del mundo digital. Y no ha de pensarse que solo se debe formar en el uso técnico de las herramientas, pues la educación digital también significa, por ejemplo, fomentar el pensamiento crítico, al enseñar a los usuarios a discernir la información que encuentran en línea, a evaluar críticamente su veracidad y a utilizar la tecnología de forma responsable y ética.
Sin importar nuestro rol, la promoción de la inclusión digital es una responsabilidad que recae en nosotras y nosotros. Enfrentamos un desafío colectivo para construir un futuro digital más inclusivo y equitativo. Es crucial que reconozcamos el poder que tenemos para contribuir a este cambio positivo y tomar medidas concretas para promover la inclusión digital en nuestras comunidades y en nuestras propias vidas.
La inclusión digital es un derecho fundamental, no un privilegio. La brecha digital no solo afecta a grupos en situación de vulnerabilidad, sino que también limita el potencial de toda la sociedad. Al trabajar juntos, podemos superar estos desafíos y construir un futuro donde la tecnología sea una herramienta para el progreso y la equidad.
No hay esfuerzos insignificantes, cada pequeña acción, contribuye a la construcción de nuestra #CiudadDigital, ¿Qué estás haciendo para promover la inclusión digital en tu comunidad y en tu vida personal?
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