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Lupa y circuito
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Bajo la lupa digital

Subtítulo
El dilema de la privacidad en las sociedades de consumo y los límites en el uso de datos personales.

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La personalización se enfrenta con la invasión a la privacidad y la diversidad de pensamiento.  La era digital en la que estamos inmersos plantea una compleja encrucijada: la privacidad se ha convertido en un bien preciado, pero cada vez más esquivo. Seguramente te has preguntado cómo o por qué Google conoce tan bien tus gustos, intereses, motivaciones, deseos y preferencias. Casi de una forma mágica que sorprende, pero a la vez, asusta e inquieta, ¿cierto?

Pero, empecemos por el principio. Si bien, en el contexto actual la privacidad se entiende como el derecho fundamental de los individuos a controlar la información personal que comparten en línea y a establecer cómo se utiliza esa información por parte de terceros, la realidad es que esto resulta cada vez más difuso. ¿Por qué razón? Las empresas proveedoras de servicios digitales no suelen ser del todo transparentes con respecto a cómo se usa la información personal. Y cuanto más compartimos nuestros datos personales en línea para hacer uso de servicios y plataformas, mayor es la exposición a posibles violaciones de privacidad y seguridad y, además, cada vez es más difícil rastrear y controlar quién tiene acceso a nuestra información.

La publicidad en línea a la que diariamente estamos expuestos cuando navegamos en internet se basa en nuestros intereses, comportamientos y datos demográficos. Pero ¿de qué manera las empresas conocen esta información? Utilizando nuestros datos personales recopilados. Esto incluye el seguimiento de tus actividades de navegación en Internet, donde se registran las páginas web visitadas y los productos buscados, así como los enlaces en los que haces clic, tus publicaciones e interacciones en redes sociales, tus consultas en motores de búsqueda, los datos de tus dispositivos móviles como ubicación, contactos o lugares que visitas, así como tus compras en línea, métodos de pago e historial de transacciones.

Esta es la razón por la que si, por ejemplo, has estado buscando información sobre destinos de viaje a través de un motor de búsqueda, veas anuncios de vuelos, hoteles y actividades relacionadas con esos destinos en los sitios web que visitas posteriormente. O bien, si estuviste interactuando con publicaciones sobre cocina en las redes sociales, encuentras anuncios de utensilios, ingredientes o recetas en tu feed.

Es probable que te estés cuestionando ¿qué hay de malo en recibir sólo los anuncios y contenidos que me interesan? Es cierto que la personalización de la publicidad mejora notablemente tu experiencia en línea pues muestra exclusivamente contenido relevante para ti, ahorrándote tiempo y facilitando la toma de decisiones. Pero ello tiene un alto costo para la privacidad, la seguridad de tus datos personales y tu autonomía.

Tim Wu explica cómo la atención de los usuarios se ha convertido en el recurso más valioso de la era digital de manera que las empresas y plataformas compiten ferozmente por captarla y monopolizarla. Por ello, la recopilación masiva de datos personales ha levantado cuestionamientos serios sobre los límites éticos y legales de su uso.

Y si bien, en las sociedades de consumo siempre ha habido detrás la intención de ganar clientes que compren productos y servicios, la publicidad ha evolucionado significativamente en la era digital debido al uso extensivo de algoritmos y análisis de big data para identificar patrones y predecir el comportamiento del consumidor. Y es aquí donde surge el debate pues las industrias, en su afán por transformar nuestra atención en ingresos, van logrando un impacto cada vez más profundo en nuestra conciencia, llegando a influir -e incluso, definir- cómo vivimos nuestra vida. Además, esta segmentación alimentada por algoritmos de recomendación que seleccionan y presentan contenido en función de nuestras interacciones previas, actúa como filtros invisibles que limitan nuestra exposición a nuevas ideas y perspectivas, perpetuando la polarización de la información o presentando contenido y mensajes específicos que pueden ser engañosos o diseñados para influir en nuestras decisiones. Esto nos va aislando de los enfoques que desafían o cuestionan nuestras creencias.  Dicho fenómeno se denomina “burbujas de filtro” (Filter Bubble).

En conclusión, el dilema en el que nos encontramos nos enfrenta, por un lado, con buscar la comodidad y la personalización de la publicidad para una experiencia en línea más fluida y relevante y por el otro, deseamos proteger nuestra privacidad y seguridad, así como preservar la diversidad de pensamiento mediante el acceso a una variedad de perspectivas. ¿Cómo lograr un equilibrio entre estos aspectos?

Es preciso abogar por medidas regulatorias y políticas de privacidad más sólidas que garanticen un manejo ético de los datos personales, junto con el desarrollo de tecnologías que protejan la seguridad digital desde una perspectiva más transparente. Sin embargo, igual de importante es que, como usuarios, nos eduquemos y desarrollemos nuestro pensamiento crítico para tomar conciencia sobre este dilema. Solo así podremos aprovechar el potencial positivo de las TIC´s en un espacio que preserve y respete nuestra privacidad y autonomía en la #CiudadDigital.

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Publicado originalmente en e-consulta.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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