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Alumnos en campus
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El inicio de clases y el ingreso a la universidad

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La Mtra. Dafne Reyes Jurado, responsable del Programa Intercultural de Vida Universitaria Pedro Arrupe, SJ nos habla de los restos del nuevo ciclo escolar en su columna del periódico E-Consulta.

En días pasados muchos y muchas estudiantes vivieron la emoción y los sentimientos encontrados que trae ingresar a la universidad. Es un día en el que te preparas con anticipación, te levantas temprano, tratas de prever el tráfico, llevas tus materiales listos, o al menos los que crees que vas a necesitar. Como el primer día de clases no hay dos. El primer día de clases tiene un impacto tanto para estudiantes como para docentes, quienes a la par se preparan para vivir este día con emoción ya que mucha de la motivación y relación con el alumnado se da a partir de compartir este primer momento, de romper el hielo, de entablar un diálogo de confianza y de respeto.  

El primer día es utilizado para dar una inducción, hacer una presentación ante los alumnos, conocer sus expectativas del curso, clarificar los objetivos de la materia, entre otros. Sin embargo, en México sólo un pequeño porcentaje de la población logra acceder a la universidad. Según cifras de la SEP, en 2023 sólo el 24% de los jóvenes mexicanos lograron inscribirse en la universidad; en el caso de los jóvenes indígenas se habla de un 1 al 5%. 

El problema no acaba únicamente en el ingreso. El reto está también en la permanencia y en la culminación de los estudios. La familia, por ejemplo, es un apoyo importante para que esto ocurra; las familias que ven los estudios superiores como posibilidad de mejorar las condiciones sociales le darán un mayor peso y apoyo al estudiantado, a diferencia de quienes no consideran que los estudios universitarios tengan relevancia y más bien tienen interés por ingresar al ambiente laboral.  

Por tanto, llegar a la universidad para muchos de los jóvenes ha implicado romper con una serie de barreras sociales, culturales y a veces también familiares. La historia detrás de cada estudiante y los esfuerzos económicos y sociales que tuvo que hacer cada uno para estar aquí implican mucho más que retos y renuncias.  

Ser universitario es entender los diferentes estilos de enseñanza, prácticas pedagógicas, horarios de clase, sistemas de evaluación, sobrecarga de tareas y de trabajos por el tiempo limitado con el que se cuenta para hacerlos; enfrentarse al estrés académico, a problemas de concentración, ansiedad, entre otros. Por lo que, contar con habilidades preuniversitarias y estrategias de organización y estudio serán fundamentales para adaptarse al nuevo entorno.  

Por otro lado, la vida universitaria inicia desde que el estudiante es aceptado en la institución académica. En el transcurso de su primer semestre está constantemente atravesando retos y exigencias académicas, así como adaptándose a lo novedoso de la nueva etapa, de ahí la importancia que tenemos como docentes con el estudiantado de primer semestre para apoyarle con tiempo realista para las peticiones de tareas, o tenerle paciencia en la transición a la vida universitaria. Este proceso no es lineal; debe tomar en cuenta condiciones socioeconómicas, culturales, académicas previas, estrategias individuales e institucionales.

La clave para mantener la motivación hacia nuestra materia es la confianza y cercanía que tengamos con nuestros estudiantes. Hay que ser firme, pero también realistas con lo que se le pida para entregar, partir de qué es lo que sí sabe y qué es lo que no; interesarnos por su vida, por conocer quién es el nuevo universitario, de dónde viene, qué lo mueve a estar aquí.

El ingreso a la universidad también conlleva procesos de socialización que van formando parte de su trayectoria formativa, también este ingreso implica cambios en la vida del universitario, sobre todo para quienes son foráneos, y deben adaptarse a una nueva ciudad, a nuevas costumbres, sabores, experiencias, y responsabilizarse de una vida más allá de la académica: cocinar, lavar, limpiar, etc. En estos perfiles de estudiantes hay que tener en cuenta qué saben, de dónde vienen; hay que acompañar ese proceso. 

Finalmente, la universidad implicará rupturas con las experiencias previas y con algunas ideas enjuiciantes, ya que también de eso se trata al formarse profesionalmente. Ocurre cuando uno se relaciona y reconoce a otros distintos; es una oportunidad para apropiarse de un mundo al que vienen llegando, pero que sin duda les transformará. Es necesario, porque es tan bajo el número de ingresos en nuestro país, a diferencia de otros como Cuba o Puerto Rico que tienen más del 80% de cobertura universitaria, que es una deuda que debe compensarse para quienes sí logran acceder. 

Publicado originalmente en e-consulta.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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