La violencia obstétrica existe: Angélica Aparicio
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“Ustedes creen que ser madre significa sufrir”; “Nosotras tenemos el derecho de parir con dignidad”; “Y no quiero escuchar más insultos, humillaciones, burlas o ironías; “Las mujeres tenemos derecho a decidir cómo, cuándo, dónde y con quién parir”. Son algunas de las frases que remarcan el carácter protestante de Matrices indignas.
En compañía de la Dra. Claudia Magallanes Blanco, académica de la IBERO Puebla, Angélica Aparicio Saavedra transformó su proyecto de titulación en un libro humanista. Partió de la experiencia de su madre como víctima de violencia obstétrica, por una cesárea de emergencia, e indagó en la historia desde una perspectiva filosófica y social.
La obra señala una serie de problemas sociales que se han normalizado. Un ejemplo es el desconocimiento de la comunidad afrodescendiente en México, el desprecio al conocimiento ancestral de parteras/curanderas/matronas o la estigmatización contra pueblos indígenas. Es así como se inician las relaciones de poder represivas.
La autora propone el concepto de “mujeres cuerpo” en razón del paradigma mujer-objeto-cuerpo-individualidad. Desde hace tiempo se concibe a los cuerpos femeninos como un espacio de experimentación. Al mismo tiempo, se asigna valor según la capacidad de parto. La configuración de “cuerpos-máquinas” connota visiones racistas, machistas y patriarcales de la sociedad.
En un ejercicio de reflexión con los invitados a la presentación del libro, se cuestionó la romantización de la maternidad. Otras ideas aludieron a la planificación familiar como un control de la población, sustentada por políticas e instituciones que terminan por decidir la natalidad de las personas. Se trata, aseguró la autora, de un problema de salud pública y de derechos humanos.
La conversación definió al parto como un proceso natural y doloroso. Las comentaristas coincidieron en que las narrativas de partos hermosos nublan las vivencias de cientos de mujeres. Son estructuras y sistemas de opresión que alcanzan tanto a facultades de medicina como a la academia en sí, donde todo remite a una cuestión de poder sobre el sentir de las mujeres.
Claudia Magallanes recalcó el valor del libro y su trascendencia empática: “Quiero resaltar la profunda necesidad de la revisión histórica y filosófica que Angie hace en este trabajo para abordar termas profundos, complejos y contemporáneos. Con una mirada que nos permite comprender de fondo la violencia estructural y sistemática contra ciertas poblaciones”.
“Ayuda a comprender las dimensiones profundas que esas situaciones específicas tienen; y cómo reflejan y revelan estas matrices indignas. Una aspecto fundamental parte de preguntarnos si tenemos conocimiento de los datos de la población afrodescendiente en México. Seguramente muy pocos puedan contestar”, añadió la profesora e investigadora del Departamento de Humanidades.
Por otra parte, Angélica Aparicio compartió el siguiente paso en su labor: “El plan que tengo como futuro es trabajar en colectivo. El libro fue mi proyecto de titulación; hasta cierto punto es una cosa académica. Me gustaría hablar más. Por el movimiento que le he dado a mi libro, he tenido la oportunidad de platicar con parteras que me han abierto los ojos en muchas cosas”.
Y agregó: “Es hacerte dudar de lo que sientes y sabes. Por ejemplo, cuando yo nací, el problema que decían los médicos era que mi cordón umbilical estaba enredado en mi cuello. Que por eso me iba a morir. Y hablando con una partera me dijo que eso no era cierto; al 85% de los niños les pasa eso […] Me hizo pensar en la romantización de la maternidad: la mentalidad patriarcal”.
Si bien las mujeres son víctimas mayoritarias, este problema alcanza a las y los bebés; así como a toda persona con la capacidad de gestar. La escritora fue invitada a impartir una plática a estudiantes de medicina de Puebla. En seguimiento de la necesaria discusión sobre un tema que atañe a la pregunta: “¿Por qué mi mamá?”.
La violencia obstétrica se genera con el maltrato que sufre la mujer embarazada al ser juzgada, atemorizada, humillada o lastimada física y psicológicamente. Se presenta en los lugares que prestan servicios médicos y se da en todas la esferas de la sociedad.