
Una herida colectiva que sigue abierta: IBERO Puebla recuerda a víctimas de Ayotzinapa y Tlatelolco
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La comunidad estudiantil mexicana es, y siempre ha sido, uno de los músculos críticos más fuertes del país; los movimientos impulsados por las comunidades académicas de México han marcado precedentes de exigencia, lucha y adquisición de derechos, o en el acompañamiento de causas que el Estado se niega o no puede atender.
Sin embargo, el estudiantado de la región tiene dos grandes heridas marcadas por la impunidad y la ausencia: la matanza de Tlatelolco y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. A la distancia, ambos sucesos marcaron a generaciones enteras, y hoy son recordados en la IBERO Puebla a través de las voces de las personas que fueron trastocadas.
La Sra. Hilda Hernández Rivera y el Sr. Mario César González Contreras, madre y padre de César Manuel González Hernández —normalista de Ayotzinapa desaparecido desde el 26 de septiembre de 2014—, compartieron su testimonio en la Universidad en el marco de las conmemoraciones por el 2 de octubre.
El Dr. Julio César Ávalos Huerta, coordinador de la Licenciatura de Derecho, abrió este espacio de intercambio y exigencia afirmando que “los hechos se conectan”, pues los 43 normalistas realizaban, como cada año, acciones de memoria, verdad y justicia en el marco de los 46 años de la matanza de Tlatelolco.
Tras un recorrido de los hechos, el Dr. Ávalos Huerta dio constancia del momento convulso que se vivía en México durante la década de los sesenta, sobre todo en los ámbitos económico y político, donde la inconformidad social era cada vez más latente y el estudiantado crítico no dejó pasar los hechos por alto. Una tragedia que a la luz de hoy no se sabe con certeza cuántas vidas tomó.
“Encontrar a los 43 es una puerta para encontrar a los otros 130,000 desaparecidos”: Mtro. Saulo Loya

Por su parte, Mtro. Saulo Loya Valenzuela, docente de la Universidad Jesuita en el Departamento de Ciencias Sociales y acompañante de las familias de los 43 de Ayotzinapa, también dio un recorrido por todos los hechos que las madres y padres de los normalistas han tenido que atravesar desde 2014. Aseguró que “se han enfrentado no solo a la descalificación”, sino a la ausencia de protección y garantía de verdad y justicia para sus casos.
Lo que empezó como un caso que sacudió la indignación de las y los mexicanos después se volvió un continuum de vacíos, trabas, cambios sin explicación ni justificación, discursos vacíos y promesas sin cumplir. Además, hubo un momento clave que hizo tambalear todo lo preestablecido: “se cae la ‘verdad histórica’, y esa es la verdadera crisis política”.
La verdad histórica, expuesta por el entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, no solo fue cuestionada por las familias y la sociedad mexicana, sino desmentida por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). “No es solo saber qué pasó, sino castigar a los culpables”, afirmó el abogado, quien señaló que todos los esfuerzos por encontrar la verdad fueron frenados por el Estado y, sobre todo, por el ejército.

La única verdad que conocen las familias es el dolor que les causa no saber dónde están sus hijos. “Me acuerdo de que mi hija, la más pequeña, que fue a avisar que había sucedido algo muy grave en la Normal de Ayotzinapa”, narró la Sra. Hilda Hernández, quien compartió al auditorio cómo ha sido para ella buscar a su hijo César Manuel desde ese septiembre de 2014.
El Sr. Mario César González compartió cómo era su hijo: “Un muchacho como cualquier otro que tiene ilusiones, que tiene errores; como cualquier gente de su edad”. Para el padre, fue doloroso reconocer que “a veces es más difícil hablar con estudiantes, porque tenía su edad, 19 años”. Además, remarcó que las autoridades no solo no han hecho su trabajo, sino que fueron los responsables de que los 43 estudiantes no estén en sus hogares, con sus familias.
Ambos llamaron a las y los estudiantes de la Comunidad Universitaria a ser agentes de cambio social y político; a no conformarse, y a valorar cada minuto, abrazo, y afecto que tengan con sus padres. “Nos sacan adelante jovencitos como ustedes, porque ustedes son el futuro”, dijo como faro de esperanza el Sr. Mario César, quien junto a su esposa continúa buscando a su hijo y a sus compañeros con vida.