26 años de la Reserva Tehuacán-Cuicatlán: Biodiversidad y resiliencia
El próximo 18 de septiembre se cumplen 26 años de la declaración de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán (RBTC), un acontecimiento que tuvo lugar el 18 de septiembre de 1998. Esta reserva se ubica al sureste del Estado de Puebla, abarcando territorios de 20 municipios poblanos, y también se extiende sobre 31 municipios del Estado de Oaxaca. Con una superficie de 490,186 hectáreas, la RBTC alberga una riqueza geológica, biológica y cultural única en el mundo (SEMARNAT). Un ejemplo de esta singularidad es su diversidad de agaves, siendo el lugar con mayor número de especies reportadas en México, con 15 especies identificadas y con potencial de llegar a 25 especies (García-Mendoza 2002; Saldaña-Vázquez et al. 2022). Asimismo, la reserva es hogar de especies emblemáticas como la guacamaya verde (Ara militaris) y el águila real (Aquila chyrsaetos). Esta biodiversidad se debe a la convergencia de climas semiáridos, templados y tropicales. Además, la región es hogar de ocho grupos indígenas: mixtecos, cuicatecos, ixcatecos, nahuas, chocholtecos, popolocas, chinantecos y mazatecos. Pocas zonas en México combinan una biodiversidad tan alta con una riqueza cultural igualmente vasta en un espacio geográfico relativamente reducido. La RBTC se destaca por tener una documentación importante sobre su biodiversidad y un vínculo profundo con sus comunidades humanas.
A pesar del enorme valor biocultural de la RBTC, enfrenta diversas problemáticas socioambientales que amenazan su preservación. Entre las actividades más perjudiciales para su vegetación se incluyen la expansión agrícola, ganadera y urbana; el saqueo de especies, especialmente cactáceas del género Mammillaria; la contaminación por aguas residuales y residuos sólidos; la proliferación de insectos plaga; y el desarrollo de infraestructura vial dentro de la reserva (SEMARNAT 2013). Además, el cambio climático exacerba estos problemas, ya que más del 60% de su territorio está expuesto a sequías severas (Pontifes y colbs. 2018).
A pesar de este panorama, los programas de conservación de la biodiversidad implementados en la RBTC, en conjunto con dinámicas socioeconómicas de las poblaciones locales, han permitido la conservación e incluso la recuperación de especies de fauna y flora. En particular, se ha logrado la recuperación de las poblaciones de guacamaya verde y varias especies de murciélagos (SEMARNAT 2021). Asimismo, los bosques de encino han aumentado su cobertura en las zonas más altas y con mayor pendiente desde la creación de la reserva, en parte debido a la disminución de la población masculina en la región, lo que ha disminuido la presión sobre los recursos naturales (Osorio-Olvera y colbs. 2020).
La Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán no solo es un refugio de biodiversidad y culturas ancestrales, sino también un ejemplo de cómo la conservación puede ir de la mano con las dinámicas socioeconómicas locales. Sin embargo, este equilibrio es frágil. En un contexto donde el cambio climático y las actividades humanas ejercen presión constante, la RBTC nos recuerda que la protección de nuestro patrimonio biocultural depende de esfuerzos integrales y sostenidos. El reto es no solo mantener este legado para las futuras generaciones, sino replicar su modelo de gestión en otras áreas protegidas del país ¿Estaremos a la altura de este desafío?