
Retos y oportunidades del trabajo comunitario en la distancia
Autoría: Mercedes Núñez Cuétara
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Me gustaría hacer una breve reflexión sobre las implicaciones que el confinamiento, en el que actualmente nos encontramos, ha traído a la dinámica de las y los que trabajamos directamente en campo, de la mano de comunidades, colonias, barrios, grupos de personas con quienes estamos vinculados y comprometidas en el día a día y quienes más resentirán las dificultades económicas que seguramente se avecinan o incluso que ya están aquí.
En primer lugar, la brecha tecnológica que claramente se ha manifestado en la educación, en este caso también se hace presente. Hemos encontrado la forma de continuar el vínculo a través de llamadas telefónicas que se cortan porque la señal es inestable en aquellos lugares, los mensajes de texto obsoletos desde hace 10 años pero que tienen la capacidad de llegar sin necesidad de conexión a internet y en los mejores casos a través de mensajes de WhatsApp que no siempre son respondidos por falta de saldo. Las videollamadas son totalmente ajenas a esta realidad ya que implica tener un equipo tecnológico con mayores capacidades, acceso a internet, un conocimiento de la herramienta y una cultura donde la presencia es remplazable.
La presencia, el poner el cuerpo y el estar son elementos esenciales de nuestro trabajo y por lo tanto el segundo reto al que nos hemos enfrentado durante esta contingencia. Así como la comunicación cotidiana, el pasar un mensaje o una información ha sido “salvado” a través de las tecnologías; la presencia física a través de la cual comunicamos más de lo que imaginamos ha sido en esta contingencia insustituible. Es por esto que cuando escucho opiniones sobre “mudar” el trabajo, el aprendizaje, los espacios recreativos e incluso los vínculos afectivos a espacios virtuales retorno a la convicción que tengo sobre relaciones cara a cara y la presencia las cuales considero vitales para nuestra labor y por tanto para la vida social.
En esta contingencia, el tiempo que solemos invertir en los encuentros presenciales se ha destinado a reflexionar y diseñar acciones más pertinentes a la realidad de estas comunidades que con toda certeza será diferente cuando volvamos a las calles.