La educación artística para y por la realidad postmoderna
Autoría: Melissa Isaaly Mendoza Bernabé
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La forma en la que nos relacionamos con la realidad ha ido cambiando de una manera tan rápida que es casi imposible tomar un tiempo para analizar lo que estas modificaciones provocan en nosotros. Considerar esta situación como la punta del iceberg de la complejidad de la realidad, es la imagen central que me gustaría mostrar para dialogar sobre como la educación artística provee de herramientas para desarrollar el pensamiento crítico, generando productos y/o situaciones que demuestren las necesidades sociales actuales.
En primer lugar, es importante destacar que la educación artística se refiere a una forma de crear, pensar y expresar, que, si bien utiliza las disciplinas artísticas como un medio, el objetivo central y sobre todo la función del arte dentro de la educación es generar procesos para sentir, pensar e imaginar el mundo de una forma diferente. Maria Acaso, en su libro “La educación artística no son manualidades” defiende y coloca al arte en el ámbito formativo como una estructura cognitiva que promueve múltiples maneras de mirar y cuestionar. El punto central de la propuesta de Acaso es dar valor a la formación humana del arte, la cual se demuestra desde la posibilidad de acercarse a una situación desde una perspectiva desarrollada por la educación artística que implica identificar un gran número de posibilidades para enlazar, analizar y sobre todo crear. Reconocer estas formas que nos permiten reflexionar acerca de los discursos simbólicos que “leemos” en las redes sociales o sobre lo que consumen nuestros sentidos de manera constante e inconscientemente, es una postura analítica necesaria que nos da pauta sobre como resolver o entender lo que enfrentamos.
Es decir, la educación artística incide en objetivos formativos integrales que no son para aprender arte exclusivamente, la profundidad de las experiencias que postula tiene la intención de colocar situaciones por las cuales, al reconocer desde nuestro cuerpo, sentidos y sensaciones, obtengamos elementos y reflexiones como resultado de una conversación implícita de lo que nos rodea cuestionando lo evidente. La relevancia de estas habilidades atañe a todas las áreas de conocimiento, siendo así que la educación artística es un hilo conductor que expresa las propuestas colaborativas de estos saberes, logrando así propuestas interdisciplinarias que buscan incidir en la realidad desde la resolución de problemáticas y, sobre todo, con la creatividad y sensibilidad pertinente a las necesidades sociales.
Con esto quiero decir que el arte y la educación artística tienen un lugar de cooperación y trabajo conjunto muy importante dentro de la educación, las conversaciones sobre las problemáticas que acontecen a la humanidad requieren de diversas materias para lograr ideas o plantear alguna vía analítica, sin embargo, la sensibilidad y creatividad que ayudará al alcance de los objetivos es justamente desarrollado dentro de los procesos educativos artísticos. Limitar únicamente la educación artística a la generación de objetos representativos para fechas conmemorativas es desaprovechar la riqueza de articulaciones y diálogos para poder conectar críticamente con la realidad, con la intención de proponer y regresar a ella para accionar dinámicas y acciones que inciden.
La juventud demanda nuevos retos a la sociedad, la manera en la que las nuevas generaciones se comunican entre ellos y con su contexto es diferente y cambia constantemente como resultado de la dinámica postmoderna. El reto para los educadores actuales, no únicamente artísticos, es atender con sensibilidad a estas formas de relación, permitiendo una gran apertura de pensamiento y diálogo, abriendo posturas donde las soluciones son vías de camino diferentes.
Referencias
Acaso, M. (2009). La educación artística no son manualidades. Catarata.