Entre el cinismo y el descaro
Autoría: Leopoldo Díaz Mortera
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Las notas políticas parecen en su conjunto una ficción por entregas; historias surgidas en el apogeo del realismo mágico de Márquez, Rulfo o Garro, nos mueven como un péndulo entre la risa nerviosa y el desencanto, entre el asombro y la incredulidad, quedamos en el desconcierto pues el común denominador es esa mezcla de fantasía, inverosimilitud y realidad.
En Maravatío, Michoacán asesinan a dos precandidatos a alcaldes, en el inicio de las campañas presidenciales se firman pactos con sangre para no desaparecer programas sociales y se invita a seguir el camino de la corrupci... transformación, en medio de un acto fallido. Tres ejemplos de lo absurdo y abrumador del panorama actual.
El clima de incertidumbre que se vive es complejo y multifactorial, y con el inicio de las campañas electorales a nivel federal se percibe aún más hostil e inseguro el ambiente. Y no es gratuita esta sensación, pues pareciera repetirse la historia reciente de violencia que se vivió en los pasados comicios para la elección presidencial.
Actualmente son asesinadas un promedio de 83 personas diariamente, según datos preliminares del informe “Defunciones por homicidio” del INEGI. De enero a junio del 2023 (cifras preliminares al 16 de enero de 2024) se registraron 15,082 homicidios en México. Con el inicio de las campañas federales y próximamente algunas estatales y locales, por todo lo que está en juego es de esperar que sigan en aumento las tensiones y violencia que hemos observado en las últimas semanas.
Decía el escritor y periodista Eduardo Galeano que “estamos en plena cultura del envase, el contrato del matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios”; es decir, las apariencias importan más que la realidad y no se trata del poder de la representación, que tanto en la vida como en el arte, lo que importa es la autenticidad, sino de esa simulación cotidiana que anestesia nuestra capacidad crítica para dimensionar los retos y dificultades que se avecinan, que nos invitan a la acción organizada y la reflexión, para no sucumbir a la indiferencia o la manipulación.
Algunos partidos políticos apuestan a la desmemoria, por eso pueden prometer sin comprometerse, y cínicamente no cumplir lo que ofrecen en campaña, hay que revisar si lo que un candidato ofrece puede lograrse; no se trata de si suena plausible, sino de si es posible. Otros apuestan a nuestra superficialidad, esa cultura del envase que denuncia Galeano, nos proponen jóvenes sin experiencia, artistas, atletas, gente que se ve bien o cae bien, pero que no ofrece nada más allá de un buen espectáculo que algunos agradecen por entretenido, pero que carecen de herramientas para afrontar los retos actuales de gobernanza. Por último, si no es cuestión de memoria, apuestan a nuestro conformismo e indolencia, por eso pueden descaradamente confesarnos que “sí roban, pero poquito”, como dijera hace una década el exalcalde de San Blas, Hilario Ramírez Villanueva, que seguro muchos recuerdan, pero a pocos indigna.
Así estamos, entre el cinismo y el descaro de los que quieren gobernar en detrimento de los gobernados, por eso desconfiamos de los políticos, porque parecen hechos del mismo barro en un molde común, pero no podemos permitir que la desconfianza se nos vuelva conformismo; a eso apuestan quienes se benefician de nuestra resignación, pues sin acción colectiva y organizada solo queda aceptar lo que otros elijan por nosotros.