De vuelta a la barbarie
Autoría: Laura Angélica Bárcenas Pozos
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El fin de semana pasado se dio el inclemente caso de Neto Calderón, cómo ha sido denominado en las redes y medios de comunicación de la localidad, en el que estando sentado en una banca con amigos, pasa una bola de jóvenes y le avientan a él y a los amigos que estaban con Neto, un líquido que al parecer eran residuos de cerveza. Todos los amigos de esta bola salen corriendo menos el que aventó la cerveza, así que Neto se levanta a encararlo y reclamarle su conducta, se hacen de palabras y llegan a unos primeros golpes, pero los amigos del agresor que ya estaban de regreso, rápidamente agreden a Neto, de a montón. Alguien que está en la escena, graba con su celular la golpiza y se ve claramente a un grupo de 8 jóvenes golpeando a uno que está en el suelo.
El que está en el suelo que es Neto, prácticamente ya sólo se cuida de los golpes y trata de protegerse, se observa que los agresores se van levantando y parece que ahí quedará todo, cuando uno de ello que está colocado a un costado le lanza una patada en la cara, tal cual estuviera golpeando un balón de fútbol. Se oye un crujir de huesos, la voz de una mujer pidiendo que paren y que los disculpen y la voz de un hombre amenazando de que eso mismo les pasará si se vuelven a meter con ellos.
Estos son los hechos, sin embargo, e independientemente de cómo decida resolverlo la autoridad judicial, a mí me parece un acto impune, en cualquier caso 8 contra 1 es una diferencia significativa en la que ni el más hábil saldría bien librado. Por cómo se dieron los hechos, tal parece que se trataba de una broma, para divertirse después de salir del antro, de esas bromas que se hacen cuando se anda en bola y con la bebida alcohólica en la sangre. Las cosas se salen de control, cuando el agredido responde y entonces casi sin pensarlo todos van contra el agredido.
Así que me pregunto dónde están los padres de estos jóvenes, ¿qué les han enseñado?, ¿qué han hablado con sus hijos acerca del respeto a los otros?, sea quien sea ese otro, sólo por ser persona, ese otro merece el respeto de todos. Le pregunto a estos padres si han hablado con sus hijos de lo que significa que no se rebase la línea de respeto, y si se rebasa y se agrede a otro, se debe dar unos pasos atrás y ofrecer disculpas. Pero si se va acompañado de amigos que incitan a la violencia, debería decirles a sus hijos, que la violencia nunca termia bien y hay que evitarla a cualquier costa, incluso cuando los amigos llamen cobarde a nuestro hijo.
Me pregunto dónde está la red de apoyo de estos jóvenes, tíos, primos, abuelos, profesores, amigos, compañeros, me pregunto si en la convivencia cotidiana frecuentemente se observa que se tiene a agresores violentos enfrente y si alguna de las personas de esta red, ha brindado herramientas para autorregular la violencia, porque aventar un líquido, seguramente frío, en medio de la noche a un total desconocido, buscaba provocarlo y aquí me pregunto si lo que estaban buscando en este grupo de jóvenes era sacar su ira, hacer enojar a un desconocido para después desquitarse con él.
También me pregunto cómo hubieran actuado estos jóvenes, si la policía hubiera estado haciendo rondines en esta zona, ¿habrían hecho lo que hicieron?, es decir provocar a Neto, para después tundirle una paliza. Pero brillaron por su ausencia, no apareció un policía o alguna otra autoridad que detuviera a los agresores, no digo que detenerlos para llevarlos a la cárcel, pero para amonestar su acción inicial que desató el resto. E incluso si los jóvenes hubieran sabido que había presente autoridad policial no hubieran hecho nada para no ponerse en riesgo.
Así que, queridos lectores, podría seguir haciendo hipótesis y seguramente estaría muy equivocada en los hubiera, porque la realidad es que una bola de 8 jóvenes agredió a otro, por falta de empatía, por falta de valores ético-morales, por falta de ciudadanía, desde la primera acción de aventarle una bebida para hacerse los bromistas, los machos, los impunes; hasta la última patada que le fractura la cara a Neto, que muestra la prepotencia, la falta de consideración, la poca capacidad de sentir dolor por el otro, da fuerte evidencia que nos hemos convertido poco a poco en una sociedad con una cohesión poco clara, una sociedad que va calle agrediendo a los otros.
Sólo me queda esperar que Neto sane sus heridas y que reciba justicia, que los padres y madres de los jóvenes hagan su trabajo y pongan límites a sus hijos, que la red de apoyo de los jóvenes, señale las actitudes de agresión y violencia cuando estas están rebasando el respeto a los otros, que la sociedad en general denuncie, aunque también ponga el alto a este tipo de agresiones, pues poco a poco, estamos regresando a la barbarie.