Del Quelite a la Maruchan. Reflexiones en torno al día mundial de la alimentación
Autoría: Guillermina Margarita López Corral
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La alimentación no se limita únicamente a satisfacer una necesidad básica para la subsistencia. Se vincula a tradiciones y hábitos aprendidos en los núcleos sociales cercanos, como la familia y la comunidad. La forma de preparar los alimentos, conocida como cocina, está ligada con el territorio, se consumía lo que estaba disponible localmente.
Además, la alimentación tiene una dimensión simbólica, presente en diversos momentos de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, y se asocia con, nivel de ingresos, gustos y la convivencia entre tradiciones e ingredientes, como se observa en la cocina mexicana, que mezcla influencias indígenas, españolas y africanas.
La transición alimentaria reciente está vinculada a cambios en la demografía y en la salud, intensificados por el régimen neoliberal, que ha transformado profundamente los sistemas agroalimentarios globales y se han alterado los patrones alimentarios, llevando a la mayoría de los países a abandonar sus dietas tradicionales, poniendo en riesgo tanto el patrimonio biocultural como los ecosistemas.
La política neoliberal ha favorecido a las industrias agroalimentarias, resultando en cambios en el uso del suelo, contaminación por agroquímicos, deforestación y pérdida de biodiversidad. Organizaciones agrícolas y ciudadanas de todo el mundo han protestado por décadas, en México es incansable la labor de “Sin maíz no hay país” y “El poder del Consumidor”
Las reformas estructurales implementadas durante la década de 1980 y con auge en la década de los noventa, exacerbaron los cambios demográficos, alimentarios y de salud. También agravaron las condiciones preexistentes de pobreza y desigualdad, concentrando aún más el ingreso en una pequeña fracción de la población.
El abandono al campo, el desempleo, la expansión de la economía informal, la feminización de las labores domésticas, la pérdida del poder adquisitivo del salario, la precarización del trabajo, la vida sedentaria, la inseguridad, la eliminación de subsidios al consumo y el desmantelamiento del sistema público de salud influyeron en la transición alimentaria de las últimas décadas.
Comer se volvió un privilegio ante las desigualdades sociales y una política alimentaria frágil. No basta promover la dieta de salmón con brócoli, o volverlo un asunto individual y trasladar la responsabilidad a la persona que no hace ejercicio. Por años la política alimentaria que regulara la oferta desmedida de bebidas y ultra procesados se mantuvo en la congeladora
En México la prevalencia de sobrepeso y obesidad en adultos creció significativamente en las últimas décadas. En 1993 de 6.7 por ciento a 2006 se incrementó más del doble, a 14.4 por ciento de la población, es decir 7,3 millones de personas y en 2019 se reportaron 12.8 millones de diabéticos por la Federación Internacional de la Diabetes . Aumentaron las enfermedades metabólicas, con la diabetes mellitus que ya es la segunda causa de muerte en los últimos años, seguida de enfermedades cardiovasculares isquémicas .
En México el consumo de maíz no ha disminuido, aunque sí incremento de manera alarmante el consumo de azúcares procesados y el gasto en bebidas embotelladas.
Autoridades comprometidas, activistas y organizaciones han trabajado desde 2011, inicialmente para elevar el Derecho Humano a la Alimentación a rango Constitucional, en 2014 para promover que las escuelas sean entornos saludables, en 2021 con la asesoría de especialista chilenos, el etiquetado frontal de los alimentos que durante años se había mantenido frenada.
Finalmente, en abril de 2024 es promulgada la Ley de Alimentación Adecuada y Sostenible, con el esfuerzo de más de 30 organismos, el trabajo de coordinación intersectorial en la producción, distribución y consumo de alimentos con la sustentabilidad como eje. Aún es largo el camino por andar. Las comunidades dieron grandes pasos hacia la autonomía alimentaria al no dejar entrar a la chatarra en pandemia, detonando movimientos por la defensa del agua y la tierra.