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De la enseñanza presencial a la virtual: una experiencia docente

En 2018, tuve la oportunidad de colaborar en el diseño instruccional de la asignatura Comunicación y Mediaciones de la licenciatura en Comunicación. Durante este proceso, fui guiada y capacitada por una tutora de la Coordinación de Educación Virtual, quien me enseñó desde los roles del tutor virtual hasta las cuestiones técnicas del diseño del curso y su gestión en Moodle, una plataforma que desconocía. Esta etapa fue para mí una de las más difíciles, ya que, a pesar de mis años de experiencia frente a grupo, este diseño implicó desaprender muchas de las prácticas cómodas de la presencialidad para desarrollarme como docente en un entorno completamente diferente.  

Después del arduo periodo de preparación durante primavera y verano de ese año y de habituarme al entorno, vino el reto mayor: tutorar la asignatura por primera vez en el periodo de otoño de 2018.  

El primer grupo de estudiantes que cursó la asignatura mostró una gran resistencia para adaptarse al modelo virtual y acudieron a la coordinación de la licenciatura para solicitar el cambio de modalidad a presencial. Sin embargo, se decidió mantener la virtualidad con la variante de agregar una sesión sincrónica a la semana vía Teams. Esto resultó una buena estrategia, ya que los estudiantes se sintieron más acompañados y se redujo la ansiedad que les provocó sentir que cursaban una asignatura de manera completamente independiente. Yo planeaba estas sesiones sincrónicas haciendo una síntesis de las actividades que habían realizado la semana pasada, avanzaba con los temas que verían y explicaba las actividades que desarrollarían durante la siguiente semana. Esto funcionó bien, porque los estudiantes sentían que de alguna manera no se perdía el contacto, que no estaban solos y que yo estaba frente al grupo.

Así se mantuvo la asignatura durante todo el año de 2019, con el permanente rumor de que la educación en línea era algo “horrible” y la resistencia de muchos de los estudiantes a inscribirla en esta modalidad. Para primavera de 2020, el grupo de estudiantes a los que les correspondía cursarla, solicitaron el cambio a modalidad presencial, incluso antes de la inscripción, lo cual se llevó a cabo por las características del grupo. Esto sin duda resultó un acierto, gracias a la sensibilidad de la coordinadora de la licenciatura de Comunicación, que mostró apertura al diálogo y flexibilizó el modelo por ese periodo. Sin embargo, nadie esperaba que en marzo nos iríamos todos a casa producto de la pandemia de Covid-19… y entonces todo cambió.

La experiencia de confinamiento de 2020, llevó al mundo a plantearse la vida en versión virtual. De alguna manera, mi asignatura estaba lista para migrar a distancia de forma automática, ya que poseía una estructura robusta para responder a este desafío. Con base en esta experiencia, diseñé todas mis asignaturas para impartirse en este formato durante los dos años siguientes. Buenas prácticas hubo muchas. Errores y omisiones, hubo otros tantos.  

Entre las mejores prácticas, puedo mencionar las actividades colaborativas. Sin duda, puede pensarse que la educación en línea aísla al individuo confinándolo al espacio de su computadora. Sin embargo, esto no fue así con este modelo. Actividades colaborativas como las presentaciones en equipo, las lecturas grupales y la elaboración de evidencias con la participación de todos, fueron útiles en la educación virtual para fortalecer la idea de comunidad. Después de un año de confinamiento, los estudiantes llegaban a la asignatura sin haberse conocido de manera virtual, así que los foros también resultaron una actividad interesante para identificar la forma de pensar de los compañeros y construir conocimiento juntos.

La base de toda buena práctica en el ámbito docente es la prueba y error. Han pasado 6 años desde la primera vez que me acerqué a la modalidad virtual y cada semestre evalúo la pertinencia de las actividades del curso. Las generaciones cambian y las estrategias didácticas deben ser flexibles para adaptarse a las nuevas demandas. En siguientes ediciones del curso, introduciré más herramientas participativas que hagan de la clase sincrónica una experiencia menos unidireccional y más interactiva con énfasis en el desarrollo de la competencia digital, que tanta falta hace en el mundo de hoy.

Publicado originalmente en Ángulo 7.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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