Hablar desde lo colectivo nos permite, como seres humanos sensibles a nuestro entorno, conectar con los demás. Tener espacios que no solamente permitan esto, sino que lo fomenten y fortalezcan, es parte del trabajo que representa nuestro Centro Comunitario Casa IBERO Segundo Montes, SJ.

Se pensaría que por coexistir dentro de una sociedad con diferentes entornos (laboral, familiar, sentimental, etc.) crear comunidad sería una tarea sencilla… la realidad es que es un trabajo muy complejo y poco visibilizado: es encontrarse, en algunos momentos, con brechas de desinterés e indiferencia, con falta de diálogo y poca comunicación. Pero a través de los 10 años que tiene Casa IBERO en la Colonia Valle del Paraíso, estas brechas se han vuelto más bien puentes de mucho acompañamiento y compañerismo, de compartir experiencias y conocimientos a través de la gente que a pasado por este espacio.

Dentro de este trabajo constante y compartido han surgido espacios de diálogo y conexión. Espacios que reciben también el nombre de talleres, cursos o clases, pero que siempre buscan generar escenarios comunes que van desde el aprendizaje hasta el entretenimiento, pasando por charlas profundas y abrazos colectivos… “entre hilos y nudos” es uno de ellos.

El bordado y el tejido son la excusa perfecta para que mujeres con ideología, edad y contexto diferente se encuentren y, como hilo que se encuentra con la aguja, entrelacen experiencias de vida que vayan poco a poco tejiendo un sentido de identidad y pertenencia. Son dos tardes de la semana, sólo tres horas, pero ese pequeño espacio representa grandes cambios y momentos para quienes ahí participan. Se ha vuelto impulso y tranquilidad, expresión libre y conexión constante que las ha hecho, incluso, salir de su zona de confort.

Betty: desde el crochet y por medio de su negocio propio, comparte su conocimiento de este arte y lo que implica coordinar tiempos de familia, de salud y de trabajo para que @crochetpeluchitos sea una realidad. Fortaleza, amor y gusto por esto es lo que hacen la combinación perfecta hacia lo que ella transmite cada sesión en Casa IBERO de Puebla.

Rosy: con ese ímpetu por aprender siempre cosas nuevas y compartir tiempo de calidad con otras, se une a este espacio con la emoción constante de poner en práctica lo que se le va enseñando y trabajar duro para que lo aprendido se vea reflejado en cada trabajo que termina.

Yuri: llena de actitud positiva, compromiso social y desde su perfil personal y profesional, transmite los conocimientos que su abuela le sembró desde niña y que incluso la llevaron a estudiar Diseño Textil.

Este es el inicio, tres mujeres, pero de ellas se van tejiendo diálogos profundos y banales, momentos de compartir y cambiar, tiempos de conocer y reconocerse como compañeras en este camino que, hasta ahora, está lleno de hilos de colores y estambres de diferentes grosores.

Y es que esa es la gran finalidad de todos los espacios comunitarios: tejer historias a partir de experiencias y crear precisamente eso: comunidad.

Publicado originalmente en Ambas Manos.