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Pies de bebé y mano de mamá
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¿Vacaciones para quién? La paradoja de la pausa cuando eres madre y profesional

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¿Cómo pueden las instituciones innovar desde una ética del cuidado real?

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Aunque el calendario escolar marca el inicio del descanso, para muchas mujeres trabajadoras, especialmente en el ámbito educativo, las “vacaciones” se convierten en una coreografía intensa de conciliación, cuidado y responsabilidades invisibles.

“Esta mañana, antes de salir a trabajar, me imaginaba algo distinto. Mis hijas están de vacaciones, así que por fin podríamos desayunar tranquilos, sin la carrera del lunch ni los uniformes. Mi esposo se ofreció a preparar el desayuno mientras yo me arreglaba. Me pareció una buena idea: compartir un momento de calma entre semana, cosa rara en nuestra rutina.

Pero en cuanto bajé, mi hija de 4 años comenzó a llorar desconsoladamente porque no quería que mamá se fuera a trabajar. La mayor, de 13, despertó de mal humor y con su cuarto hecho un desastre. Mientras calmaba a la pequeña, la acompañaba al baño y le ayudaba a lavarse las manos, el desayuno se enfriaba. Cuando finalmente bajamos, mi esposo ya había terminado. Aunque me había dejado mi plato listo, yo solo podía tragar lágrimas con cada bocado. Ese desayuno no me supo a nada.

Otra amiga me compartía, con la misma mezcla de agotamiento y rabia: “se me hace tan injusto que mi esposo me reclame que salga de casa sin haber lavado los trastes y sin haber dejado tendida la cama. Podría haber hecho home office, pero sé que si me quedo no voy a avanzar en mis pendientes en el horario de oficina, y tendría que sacrificar la noche o el fin de semana para cumplir”.

Y una amiga más, en este mismo día, me relataba con ironía el trabajo de maternar cuando uno de sus hijos no quiere ponerse los calcetines, sin razón aparente, al menos no una que haya podido descifrar. “No tengo tiempo para entenderlo”, me dijo, “el día solo tiene 24 horas y hay que llegar a la junta de las 9 a. m.”

Estas escenas no son excepcionales: son la normalidad silenciada de muchas mujeres. Las vacaciones escolares —esperadas como descanso— se convierten para las madres trabajadoras en una coreografía tensa de conciliación, culpa y desgaste. Mientras el calendario marca “receso”, enfrentamos jornadas más exigentes, con poca o nula contención.

Según el INEGI (2020), las mujeres mexicanas dedican en promedio el 66.6% de su tiempo al trabajo no remunerado, en comparación con el 27.9% de los hombres. Este trabajo invisible no se detiene cuando hay vacaciones escolares; al contrario, se intensifica. De hecho, en 2022 el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado fue equivalente al 24.3% del PIB nacional (INEGI, 2023).

La innovación educativa suele pensarse en términos de tecnología, metodologías o infraestructura. Rara vez se piensa desde el cuidado. ¿Qué ocurre cuando quienes sostenemos los espacios educativos también necesitamos ser cuidadas? ¿Cómo se sostiene la transformación institucional sin atender la dimensión humana y doméstica de quienes la hacen posible?

La “flexibilidad laboral” sin perspectiva de género ni políticas de corresponsabilidad es una trampa. Reuniones fuera de horario, disponibilidad constante, y la expectativa de que la casa funcione perfectamente mientras se trabaja desde ella, solo trasladan la presión al espacio íntimo. El home office, lejos de ser solución, puede convertirse en un infierno silencioso si no hay límites ni apoyo.

Desde la ética del cuidado, Joan Tronto (2013) propone que el cuidado debe ser asumido como responsabilidad colectiva y democrática, no como una carga femenina naturalizada. Las instituciones educativas deben repensarse desde esta perspectiva: establecer horarios protegidos, distribuir equitativamente las cargas, y construir estructuras que no penalicen a quienes cuidan.

“No fue solo el desayuno”, me dije después. “Fue la sensación de que, aun cuando intento hacer todo bien, algo siempre se rompe”. Esa frase me persigue, porque revela una verdad incómoda: cuando el cuidado no se comparte, lo terminamos pagando quienes más sostenemos. Por eso, más que discursos de conciliación, necesitamos estructuras. Porque mientras no podamos salir de casa sin culpa ni quedarnos sin sacrificio, la pausa será una ficción más.

Referencias:

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2020). Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2019. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2020/ENUT/Enut_Nal20.pdf

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2023). Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2022. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2023/CSTNRHM/CSTNRHM2022.pdf

Tronto, J. C. (2013). Caring democracy: Markets, equality, and justice. NYU Press.

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Publicado originalmente en MTP Noticias.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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